II – Las Ventajas
La moneda universal
El sistema monetario más seguro
¿Puede fracasar Bitcoin?
Un sistema indestructible
La cuestión del anonimato
La expansión de la buena moneda
¿Es necesario el visto bueno del Estado?
El estatus legal de Bitcoin
La moneda universal
Con la gran proliferación de sitios de intercambio de bitcoins por – hasta la fecha – más de veinte signos monetarios, Bitcoin podría acabar convirtiéndose en el método de elección para la transferencia internacional de fondos. En tal caso, los habitantes de países del “tercer mundo” serían los más beneficiados.
¿Ganará Bitcoin tracción en el tercer mundo, antes que en el primero? Las condiciones para ello están dadas: bajo grado de bancarización; regulaciones asfixiantes; extensa economía informal; alta inflación; ciclo económico frecuente; comisiones abusivas por servicios de remesas; explosión en la venta de celulares…
De cualquier manera, las ventajas de Bitcoin no pasarán desapercibidas por mucho más tiempo, en el tercero ni en el primer mundo.
Hoy en día, mail es sinónimo de e-mail; ¿será “moneda”, en un futuro no lejano, sinónimo de Bitcoin?
El sistema monetario más seguro
Según los expertos, gracias a la arquitectura criptográfica de Bitcoin, una transferencia entre direcciones bitcoin es al menos tres veces más segura que una transferencia entre cuentas bancarias.
Quien crea que los algoritmos criptográficos empleados por Bitcoin – SHA256 y ECDSA – no son lo suficientemente confiables, tampoco debería confiar en las tarjetas de crédito, ni en cualquier tipo de transferencia bancaria electrónica.
¿Y no podrían las computadoras del futuro burlar la seguridad que ofrece hoy Bitcoin?
Quizás. Pero recuerda: de ser necesario, el software puede actualizarse (de hecho, se actualiza periódicamente).
El mismo problema enfrentarían instituciones financieras tales como los bancos, que también dependen de la criptografía para efectuar transacciones.
Eventualmente, las nuevas tecnologías podrían incluso desafiar el rol monetario de la plata y el oro, al acabar de alguna manera con su relativa escasez (minería en asteroides; extracción a partir de arenas, o de agua marina) – con un agravante: las cualidades físicas de los metales preciosos no pueden ser actualizadas.
En cambio, ninguna tecnología podrá jamás alterar los axiomas de la matemática, lo cual garantiza que el número total de bitcoins nunca será incrementado en forma discrecional.
Ahora bien… ¿pueden perderse los bitcoins? Claro que sí, del mismo modo que pueden perderse billetes, lingotes u otras pertenencias. Pero también pueden mantenerse adecuadamente resguardados (ver más adelante “Cómo crear una “caja fuerte” de bitcoins en sólo 4 pasos”).
¿Puede fracasar Bitcoin?
Un escenario que podría suponer el fracaso de Bitcoin es el de una prohibición total y mancomunada por parte de los gobiernos más poderosos del planeta.
¿Pero qué puede hacer un estado frente a Bitcoin?… en realidad, lo mismo que frente a BitTorrent o a Wikileaks: nada que funcione. Irónicamente, los ataques gubernamentales podrían incluso fortalecer a Bitcoin.
Eso mismo le ocurrió a los sistemas descentralizados para el intercambio de archivos de música: florecieron luego de la desaparición forzada de Napster, y prosperaron al calor de la persecución.
Cuando se trata de software de código abierto, lo que no se mata no sólo se hace más fuerte; también se multiplica, y se propaga, y se hace más confiable, más rápido, más amigable, etc. etc.
Un sistema indestructible
Para frenar a Bitcoin hay que eliminar internet. Punto. Es la única manera de lograr que todas y cada una de las computadoras que ejecutan el software de Bitcoin queden (al menos transitoriamente) incomunicadas.
¿Y una catástrofe a gran escala no acabaría con Bitcoin? No necesariamente: basta que una sola de dichas computadoras no sea destruida en el proceso para que – una vez restablecidas las conexiones – los legítimos dueños de las criptomonedas digitales puedan volver a operar con normalidad.
Cabe recordar que las claves privadas (aquellas que garantizan la posesión de un determinado número de bitcoins) se encuentran en poder de los usuarios, quienes pueden conservarlas en sus discos rígidos, pero también en sus llaves de memoria, o bien escritas en papel, o grabadas en tarjetas metálicas – entre muchos otros posibles soportes que, además, pueden usarse simultáneamente.
El eslabón más débil de Bitcoin no es el protocolo creado por Satoshi Nakamoto (el cual, justamente, asegura el funcionamiento descentralizado del sistema), sino los grandes sitios de intercambio en Internet. Pero si bien los ataques reiterados a este tipo de sitios podrían llegar a minar la confianza en el sistema, también podrían incentivar el uso de otras vías de intercambio, favoreciendo así la descentralización.
Y una vez que los puntos de intercambio están lo suficientemente descentralizados… ¿cómo frenar la compra y venta de bitcoins?
Supongamos que, apelando a la intimidación y a la fuerza bruta, se intenta abolir el uso de Bitcoin. Supongamos que se logran eliminar miles de bitcoins confiscados en “transacciones ilegales”. Dado que el número de bitcoins no puede aumentarse a voluntad, eso incrementaría el valor de la totalidad de los bitcoins en existencia, enriqueciendo a sus dueños y tentando a los que todavía no lo son.
Enfrentémoslo: el estado seguirá aferrándose a lo que todavía puede controlar – aunque eso que puede controlar sea cada vez menos relevante.
¿O es que el estado realmente no controla nada, y sólo ahora estamos empezando a entenderlo?
La cuestión del anonimato
Algunos criptógrafos de la línea más dura opinan que Bitcoin en realidad no preserva totalmente el anonimato de los usuarios, y que éste es un evidente punto débil del sistema. Lo cierto es que usando Bitcoin uno puede mantener el nivel de anonimato que
desea, pero la inmensa mayoría de los usuarios no necesitan mantenerse 100% anónimos todo el tiempo y frente a todo el mundo; les basta con poder elegir ante quién revelar su identidad, y en relación a qué direcciones Bitcoin.
Pero – insisten los criptógrafos hardcore – la identidad de un usuario de Bitcoin podría llegar a asociarse a una determinada dirección Bitcoin, si se descubre la dirección IP desde la cual el usuario ha operado. A lo cual nosotros respondemos: una dirección IP no tiene por qué llevar nuestro nombre, y aún si lo llevara consigo, eso no sería suficiente para involucrarnos en una determinada transacción: otro podría estar usando la dirección que se ha generado en nuestra computadora; otro podría haber usado las llaves privadas que alguna vez estuvieron en nuestro poder; otro podría haber utilizado nuestra computadora de manera presencial o remota…
Por otra parte, si un usuario de Bitcoin quiere hacer una transacción sin dejar huellas, puede hacerlo generando una dirección Bitcoin en una computadora ajena, o bien desde una billetera web, sin contar con conocimientos técnicos excepcionales.
Claro – dicen a coro los criptógrafos, mientras se acomodan los anteojos –, pero con suficiente interés, dedicación y recursos, podríamos llegar a presumir, con un alto grado de certeza, que tal persona fue parte de tal transacción. Concedido, pero aún la certeza más absoluta respecto a la identidad de un usuario no alcanzará para congelar los fondos ligados a una dirección Bitcoin – ¡ni siquiera para saber si el individuo que fue identificado tiene acceso a esos fondos!
Bitcoin está diseñado para que el dueño de una determinada cantidad de bitcoins sea el único autorizado a disponer de esos bitcoins. Ahora bien, que hayamos poseído una determinada cantidad de bitcoins no significa que sigamos necesariamente en posesión de los mismos: podríamos haber perdido nuestra billetera (nuestra llave privada), o bien olvidado la contraseña para acceder a esos bitcoins, o bien esos bitcoins podrían haber llegado a nuestra dirección sin nuestro conocimiento, o bien podríamos haberlos transferido a alguien cuya identidad no conocemos.
Como la identidad de los usuarios de Bitcoin no se encuentra irremediablemente ligada a cuenta o transacción alguna, todo esfuerzo por averiguarla chocará, tarde o temprano, con una negativa plausible. Esta posibilidad, especialmente apreciada por las víctimas de regímenes opresivos, no la ofrece ninguna otra forma de dinero electrónico.
En conclusión: tras invertir grandes cantidades de recursos tecnológicos y humanos, a lo sumo será posible probar que alguien que no desea revelar su identidad tuvo quizás, alguna vez, bitcoins bajo su control, sin saber siquiera cuántas otras direcciones Bitcoin posee (es posible generar una dirección Bitcoin por cada transacción), ni si aún los posee, ni si los ha transferido a otra persona o simplemente a otra de sus direcciones, ni si alguien más – y de qué manera – es capaz de transferirlos… y sin poder congelar ni confiscar esos fondos, ni decidir a qué fines pueden ser destinados.
Bitcoin impide los abusos de poder que son perpetrados de una manera extraordinariamente sencilla y económica por medio del sistema bancario semi-estatal. Y nada puede hacerse para eliminar a Bitcoin, ya que su funcionamiento depende de la propia infraestructura de telecomunicaciones que hace posible Internet. Por eso, desde el punto de vista de una institución con el poder de esclavizarnos a través del sistema monetario, Bitcoin es como un virus informático que no puede ser eliminado sin destruir todo el sistema.
La expansión de la buena moneda
Así como la física sirve para explicar el movimiento de la carreta, del automóvil o del avión, la ciencia monetaria sirve para explicar el funcionamiento de la sal, del oro o de Bitcoin como medios de intercambio y preservación del valor. Desde la carreta hasta el avión, y desde la sal hasta Bitcoin, lo que ha cambiado no son las leyes mismas que gobiernan la realidad, sino la manera de aprovecharlas. Las leyes básicas de la economía son tan inmutables como las de la física, y mantendrán su validez mientras los seres humanos tengan necesidades que satisfacer – esto es: mientras existan seres humanos.
No fue un milagro – ni siquiera una novedad tecnológica, sino una nueva aplicación de la tecnología existente para manipular los metales – lo que hace miles de años hizo posible la monetización del oro y la plata.
Fast forward hasta el año 2009: una nueva aplicación de tecnologías ya disponibles (el software moderno, por caso, lleva entre nosotros unos cincuenta años) hace posible la creación de la primera moneda electrónica descentralizada. Las herramientas estaban ahí; sólo faltaba un Satoshi Nakamoto.
Hay dos razones por las cuales Satoshi eligió, para Bitcoin, el modelo de los metales preciosos. La primera es empírica: éste funcionó durante miles de años. La segunda, lógica: funcionó porque los metales preciosos, en particular el oro, cumplen con todos los requisitos de la buena moneda: durabilidad, portabilidad, fácil almacenamiento, difícil falsificación, homogeneidad, divisibilidad, fungibilidad, amplia distribución geográfica y, sobre todo, baja proporción entre su producción anual y el stock de existencias.
Ahora bien, si la aceptación del oro – tan amplia en el espacio como prolongada en el tiempo – es consecuencia de sus peculiares atributos, y Bitcoin es, objetivamente, mejor moneda que el oro, hemos de concluir que el uso de Bitcoin continuará expandiéndose. Y, como se ha visto en el caso de los metales preciosos, toda la violencia del mundo es incapaz de frenar la expansión de la buena moneda.
¿Es necesario el visto bueno del Estado?
Los bitcoiners están divididos en cuanto al significado y las posibles consecuencias del reconocimiento oficial de Bitcoin.
Por un lado, hay quienes insisten en que, para ser ampliamente aceptado, Bitcoin debe presentarse como una simple alternativa a PayPal. Según ellos, “legitimidad” es sinónimo de bendición gubernamental, por eso instan a todo negocio relacionado con Bitcoin a registrarse ante funcionarios que ni siquiera han oído hablar de Bitcoin; a cumplir con regulaciones elaboradas específicamente para obstaculizar la innovación; a invertir en abogados y contadores incluso antes de saber si el negocio es rentable; a demostrar su inocencia (antes de haber siquiera actuado) frente a una autoridad arbitraria, corrupta, violenta e ignorante. (Lo cierto es que ningún emprendimiento verdaderamente innovador alcanza el éxito en Internet mediante una licencia gubernamental – es decir mediante un permiso otorgado por una organización cuyo negocio es el de entorpecer el libre intercambio).
Otros, en cambio, saben perfectamente que – tarde o temprano – los privilegiados por el actual sistema monetario verán a Bitcoin como una amenaza para sus intereses, y que harán todo lo posible para demonizarlo (luego de corroborar que no pueden eliminarlo). Estos otros bitcoiners han comprendido que la gente se acerca a Bitcoin precisamente buscando un refugio, una alternativa al dinero de curso forzoso, y que es inútil disimular la naturaleza de Bitcoin con el fin de apaciguar al Estado.
De todas maneras, que Bitcoin aún no haya sido reconocido oficialmente como dinero no se debe al temor de los gobiernos, ni a la falta de jurisprudencia al respecto. Se debe a que los beneficiarios del sistema monetario vigente habitan una burbuja inflada por intelectuales que han prostituido su intelecto. Y como dentro de esa burbuja se respira mitología, no tienen ni la más remota idea de lo que Bitcoin significa para ellos. Están demasiado cómodos como para preguntarse cuál es el origen de su comodidad.
El estatus legal de Bitcoin
Estos son los fragmentos más destacados de la entrevista realizada por Bruce Wagner a Matt Hutchins, el primer abogado especializado en Bitcoin, en el episodio 44 de The Bitcoin Show – programa emitido por OnlyOneTV el 8 de Septiembre de 2011:
Bruce Wagner: Las implicancias legales de Bitcoin son tan complejas y fascinantes como sus aspectos técnicos – aunque de maneras muy diferentes: uno es extremadamente lógico y el otro es extremadamente… legal [risas].
Matt Hutchins: Bueno, digamos que el aspecto legal tiene su propia lógica. Yo siento una gran admiración por Gavin y todo su equipo técnico; están haciendo un gran aporte a toda la comunidad… en realidad a Internet como un todo, al desarrollar esta tecnología que llamamos Bitcoin. Toda nueva tecnología tiene implicancias legales. No vine aquí a hablar de aplicaciones particulares de leyes vigentes a Bitcoin, sino más bien a explicar por qué algunas personas deberían pensar en estos asuntos legales desde la perspectiva del derecho, y considerar la asesoría legal.
BW: Nos falta saber muchas cosas al respecto. (…) Tenemos leyes antiguas que no pueden aplicarse fácilmente a las nuevas tecnologías, más aún a algo tan revolucionario como Bitcoin.
MH: (…) Cuando tratamos con preguntas legales, tenemos que tener en cuenta todas las posibles respuestas, y pensar detenidamente en todas las palabras que vamos a emplear; en cómo pueden ser interpretadas. ¿Qué perspectiva puede preponderar?; ¿qué perspectiva puede servir a mis intereses?… ¿cuál será más probablemente adoptada por alguna de las partes? – como ser un fiscal, o un ente regulador. No podemos ignorar eso.
BW: Un mismo término puede tener un significado muy diferente en la calle y en una corte. Así que por ejemplo Bitcoin puede ser definido por mucha gente como dinero virtual, pero ¿es dinero?;
¿es virtual? Que en bitcoin.org digan que Bitcoin es dinero no significa que encaja en la definición legal de dinero. E incluso desde el punto de vista legal puede haber divergencias entre estados, países, etc.
MH: Así es. Si nos fijamos en el caso de la corte francesa – que tanto interés ha generado en la comunidad Bitcoin – uno de los aspectos en discusión es si Bitcoin es o no es dinero. Porque si es considerado dinero, cae bajo un cierto régimen de regulaciones, pero si es meramente una forma intangible de propiedad, entonces se le aplicarán otro tipo de regulaciones.
Como reserva de valor uno puede en realidad utilizar cualquier cosa, siempre y cuando uno considere que aquello va a conservar el valor en el tiempo. El oro es normalmente aceptado como un medio de preservación del valor, pero como medio de intercambio en realidad no es muy práctico. De modo que, por sus semejanzas con el oro, es probable que Bitcoin tenga también un rol importante como medio para preservar el valor. Pero en muchos sentidos puede decirse que es mejor que el oro, porque es muy fácil de transferir; es potencialmente más seguro (basta una buena contraseña para asegurar la posesión de los bitcoins); es un gran facilitador de transacciones (aunque todavía la infraestructura económica está en desarrollo, y mucha gente es
reacia a gastar bitcoins justamente por su optimismo respecto al futuro del sistema).
Uno de los aspectos más importantes de la definición legal de dinero es que éste tiene que tener una identidad nacional. Bitcoin nunca ha sido utilizado como moneda nacional, pero no hay que descartar esa posibilidad: bajo ciertas circunstancias, un país podría abolir su propia moneda y adoptar a Bitcoin como moneda nacional. ¿Cómo afectaría eso al estatus legal de Bitcoin?; ¿cambiaría a partir de una decisión como esa por parte de un gobierno?
Una razón por la cual podría considerarse a Bitcoin como una forma de dinero es que existen mercados de intercambio, y por lo tanto en la práctica los bitcoins se tratan como dinero. (…)
A diferencia de la mayoría de los commodities tangibles, los bitcoins son electrónicos, tienen un costo de transacción virtualmente nulo, son fungibles, extremadamente divisibles, y pueden intercambiarse rápidamente por gran cantidad de signos monetarios a través de internet, lo que allana la conversión entre divisas.
BW: Y anula las distancias geográficas, y las fronteras políticas. Es algo tan extraordinario… Veamos, ¿de qué otras maneras puede ser definido Bitcoin?
MH: Hay muchas categorías en las cuales Bitcoin podría encajar, y no son todas mutuamente excluyentes. Podría caracterizarse como un título o valor. Yo creo que no es acertado porque los títulos o valores tienen un emisor institucional. En mi opinión se asemeja más a un commodity; poseer bitcoins es algo así como ser el dueño de una cantidad de carbón almacenado en un contenedor. Esa posesión es transferible. Si uno es dueño de acciones de, por ejemplo, Microsoft, el valor de lo que uno posee dependerá de las ganancias futuras de la compañía, vale decir de las decisiones que tomen sus directores, de las condiciones del mercado, etc. No hay ganancias futuras en términos de bitcoins; los bitcoins no generan de por sí ganancias que vayan a ser repartidas entre los dueños de bitcoins (un bitcoin hoy seguirá siendo un bitcoin en 10 años).
Respecto a Bitcoin como reserva de valor (según la típica definición legal)… Parece una definición atractiva, pero Bitcoin no involucra un contrato – en base al cual uno puede en el futuro reclamar un valor. Tener bitcoins no implica una relación con un emisor.
Yo diría que Bitcoin es un commodity electrónico. Pero incluso esa definición no cierra del todo. Uno no tiene una determinada cantidad de bitcoins consigo; poseer un bitcoin equivale más bien a tener la facultad para transferir la posesión de ese bitcoin a otra persona, quien en realidad no recibe un bitcoin sino – a su vez – la facultad para transferir la posesión de ese bitcoin. Esto forma una cadena: la cadena de bloques. En otras palabras, lo único que uno posee es una llave privada que le permite firmar una transacción (transferir la posesión de bitcoins). Y es esa llave la que tiene un valor fluctuante. (…)
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